Un buen día llegaron a una casa en medio de un bosque; en la casa vivía Rosette una señora mayor viuda y sin hijos, que en seguida se encariñó con nuestros cinco amigos. Rosette tenia un establo muy grande para acogerlos y los animales se sintieron bien recibidos. El elefante ayudaba a coger leña; el pato (en realidad era una pata) ponía huevos; el perro cuidaba la casa muy bien; la ardilla acarreaba bellotas, nueces, almendras, castañas, piñones, avellanas…y el caballo llevaba a Rosette y a sus productos al mercado del pueblo. Pero sobre todo, todos daban y recibían compañía y cariño.
Una noche la pata enfermó; al día siguiente el elefante; luego, la ardilla y el caballo, y por fin le tocó al perro. Rosette llamó al veterinario, que estuvo horas examinando a los cinco animales. Cuando salió, le dijo a Rosette:
-“Les quedan pocas semanas de vida.”
Ella se sintió muy mal, pero procuró cuidar lo mejor posible a sus queridos amigos enfermos. Y, tal y como dijo el veterinario, varias semanas después los cinco animales fueron muriendo uno tras otro.
Rosette volvió a quedarse sola; como no podía dormir, salía a mirar las estrellas y una noche, en el cielo, creyó ver juntos a sus queridos compañeros en una nebulosa, y a toda la gente del pueblo le decía:
-“He visto a mis animales en el cielo, están todos juntos. Cuando yo muera iré con ellos.”
Cuando Rosette murió, la gente le puso su nombre a la nebulosa. Y en efecto, si os fijáis bien, seguro que encontráis al perro, al elefante, a la ardilla, a la pata y al caballo, todos juntos en Rosette.
No hay comentarios:
Publicar un comentario