La imagen que veis es la Nebulosa Rosette. ¿Pero podría ser otra cosa? Os proponemos un reto: dejar volar vuestra imaginación y contar la historia-cuento que os sugiere.
¿Os atrevéis a inventar una historia para ella? Seguro que sí.
¡Adelante valientes!

sábado, 21 de abril de 2012

PEGASO

   Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivía un caballo llamado Pegaso. Pegaso era blanco con grandes alas azules. Cuando volaba sus alas desprendían un brillo dorado.

   Pegasília, el país de Pegaso, estaba encima de una nube, el cielo era muy brillante, de color naranja, lleno de luz y de estrellas de colores. La estrella Alrischa, de la constelación de Piscis, lo iluminaba. En Pegasilia hacía mucho calor, había poca vegetación y la tierra era poco fértil.
Tenía muchas rocas y entre las rocas una laguna.
 
    Como estaba encima de una nube no llovía nunca y Pegaso se encargaba de ayudar a los habitantes del país: volaba lejos, cogía nubes de lluvia, soplaba fuerte, las colocaba encima y llovía. Así, las semillas que plantaban nacían y crecían.
    Los habitantes, aunque pobres, estaban contentos y felices porque gracias a Pegaso tenían casas y jardines, parques y plazas. Todas las noches hacían una hoguera para agradecer a Pegaso lo que hacía por ellos y todo el cielo se iluminaba con su luz.

   Un día, los rayos de la estrella Alrischa iban muy fuertes y secaron la laguna y las plantas. Era tanto el calor que las nubes que traía Pegaso se derretían y los habitantes empezaban a morirse de sed. Entonces Pegaso decidió volar más alto, coger una nube más grande y echarla encima de Alrischa para apagarla un poco.
   Pero cuando volaba entre las montañas más altas Pegaso se rompió un ala. Una campesina de las montañas, llamada Sam lo encontró y le dijo a los habitantes de Pegasilia que Pegaso solo se curaría con babas de caracol, cerebro de medusa y mucho, mucho cariño. Todos fueron inmediatamente en su búsqueda y lo encontraron. Mezclaron todo, se lo dieron y... ¡Pegaso volvía a estar bien!

   Pegaso pudo traer la nube, voló hasta llegar encima de Alrischa y echarle agua. Alrischa siguió dando calor pero menos. La laguna volvió a tener agua y las plantas crecieron. A partir de entonces todos fueron felices para siempre.

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