Mercurio se quejaba constantemente del calor que sentía al estar cerca del Sol. Neptuno también siempre se quejaba del frío que tenía al estar lejano al Sol.
Un día el Sol le habló:
- Dejen de renegar y aprecien la belleza que hay en el Universo a su alrededor.
- A qué te refieres, preguntaron los planetas.
- Si cada uno vive en armonía, con lo que le rodea podrá vivir en paz y ser feliz. Recordad vuestra infancia cuando los días eran divertidos y os reíais de todo.
Los planetas recapacitaron durante unos días. Luego, no volvieron a quejarse.
Más tarde se hicieron amigos de una Estrella Fugaz alegre y desobediente a la que sus padres le habían dicho que no saliese por el espacio sola.
Una noche la pequeña estrella salió a escondidas de su casa porque quería pasear por los anillos de Saturno. Después de volar horas y horas chocó con un asteroide y cayó encima de un nubarrón.
- Quiero volver a mi casa le decía asustada al nubarrón.
- Ahora no puedes volver. ¿Por qué has desobedecido a tus padres?
- Hada de las estrellas, por favor, ayúdame a volver y te prometo que de ahora en adelante siempre obedeceré a mis padres..
- No, estrellita, sólo podrás aparecer un momento brillante y hermosa para que te contemplen todos los habitantes de la Tierra.
Así fue, como la estrellita gastando todas sus fuerzas apareció reluciente y hermosa. Al momento se partió en mil pedazos formando todas la lucecitas que vemos en el cielo.
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